Ariel Petrocelli e Isamara | La simplicidad de la apacheta

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Exclusivo:

Entrevista de
Ángel Horacio Molina
Especial para Palabra Viva
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Considerado como uno de los más sobresalientes y originales poetas del folklore argentino, Ariel Petrocelli es autor de obras como "El Seclanteño", "Cuando tenga la tierra", "La Bagualera", "El Antigal" o "Zamba del Ángel". A sus setenta y un años, junto a su compañera de toda la vida, la compositora Isamara, se encuentra trabajando en los detalles finales de su próximo material, que habrá de sumarse a la vasta obra de este artista fundamental de la literatura y la música popular argentina. El pasado 18 de julio, nuestro enviado especial, Ángel Horacio Molina, Jefe de Redacción de Analecta Literaria, tuvo la oportunidad de encontrarse con ambos en la ciudad de Salta y sostener este jugoso diálogo, tan profundo como apasionante, con dos de las grandes figuras de la música popular argentina ya legendarias. Analecta Literaria desea de este modo rendir un merecido reconocimiento a aquel movimiento poético y musical popular de altísima calidad surgido en Salta durante la década del '60 y que tuvo en Ariel Petrocelli e Isamara a dos de sus representantes más importantes.


PALABRA VIVA.: Hay una frase suya muy interesante, que ha aparecido con insistencia en varias charlas y entrevistas que le han realizado, según la cual, para usted, América toda es un gran antigal. Nos gustaría empezar a conversar desde esta idea que, en si misma, insinúa toda una filosofía.

ARIEL PETROCELLI: Me parece que vamos a retomar esa frase para hacer un trabajo que tenga una onda expansiva de bastas dimensiones. Aparece en la simplicidad de una apacheta, en la simplicidad de algunos cacharros porque ante la pregunta de qué es el antigal digo, para sintetizar, que toda América en un gran antigal. Donde vos toques hay un resto de las múltiples, de las infinitas civilizaciones que estuvieron aquí antes del advenimiento del conquistador. Sabes que de esto se habló muy poco o nada. Por eso me parece muy buena la idea de empezar desde aquí, desde lo primero. Empezar desde el antigal me parece maravilloso porque son los últimos testimonios que tenemos de la América precolombina. A veces se habla de América como si esa historia no hubiese existido, así se recuerda a San Martín y se ignora al cacique Chalimín que ya peleaba por esta tierra muchísimo tiempo antes que San Martín.

Creo que esta idea de América como antigal tiene un valor que me parece puede ser retomado porque al final de lo que se trata es de pensar en esta gran patria grande, América; y no América Latina, sino la América Indígena.

Isamara: Hay una señora que cuida una pictografías en Guachipas, aquí en Salta, que nos contaba que ella se dedicaba a cuidar el lugar de la depredación y el saqueo; porque el antigal no sólo es el cementerio antiguo sino todo el legado.

A. P.: Semánticamente el antigal es un argentinismo que quiere decir antiguo.



P. V.: Nos pareció interesante esta idea que parecía hacer referencia a un sustrato existencial de lo americano.

A. P.: Exacto.

I.: Hoy justamente grabamos una canción que se llama "El Hombre Tiempo" que dice:

Soy el hombre, tengo un nombre
Y en el viento tengo acentos
Soy el todo, soy el modo
De la Tierra y de la Luz.
Soy la siembra que la hembra
Pone espera de cadera,
La semilla maravilla
De las lunas y el amor.
Soy la nube que se sube
Hasta el cielo agua en vuelo,
Que desciende con el duende
de las vides y el trigal.

Mi camino es destino
De este mundo vagabundo,
Medio tierra medio guerra
que te nombra con mi voz.
En el hijo punto fijo
De mi vuelta ya resuelta
Le esperanza, la confianza
De que siempre volveré.


A. P.: Volviendo al tema del antigal y de las pictografías, desgraciadamente no se cuidan y han sido muy depredadas. Pienso en Santa Rosa de Tastil donde encontramos pictografías interesantes. En este lugar, cuando llega el conquistador, los pueblos originarios ya se habían ido, doscientos años antes. La Universidad de Salta trató de determinar durante seis años hacia dónde habían marchado estos cientos de miles de personas sin encontrar ningún indicio de qué pudo haber pasado. Sin entrar en la ficción, sin entrar en el esoterismo he escrito una canción que dice:

Soy tastileño señor
y vivo y no estoy aquí,
ya cuando sea de nuevo
podrán verme por Tastil.


En el estribillo sigue así:

Mi abuelo se fue en su nave
Volverá desde el confín
El día que dura nunca
En el día de Tastil.


P. V.:  Algunos sostienen que tras la generación del sesenta, la poesía salteña parece no tener la misma profundidad y trascendencia. ¿Nos encontramos frente a esta situación o los problemas de la difusión de la producción salteña se deben más a la lógica del mercado editorial?

A. P.: Bueno, yo tuve mucha suerte de ir a vivir de joven a Cachi como maestro, con ella (Isamara), donde tuvimos la oportunidad de estar en contacto con todo ese universo en el que se manifiesta plenamente la América precolombina; luego nosotros seguimos profundizando en esa línea. Tuvimos la suerte de estar atentos a esta problemática. Hasta ese momento no había demasiados trabajos realizados en esta línea. Don Cesar Perdiguero fue uno de los que escribió sobre el tema:

Fuiste la ñusta cautiva
allá, en el templo del sol;
la bien amada del inca,
que una noche te cantó.
Después brillaron aceros
en tierras de tu señor,
y antes de morir dejaste
morenos hijos del sol.
Y antes de morir dejaste
morenos hijos del sol.
Esto es de Cesar Perdiguero y Eduardo Falú.

I.: En cuanto a la producción literaria no podemos desconocer lo que fue para nuestra cultura la represión terrible de las distintas dictaduras militares. Hoy tenemos distintos miedos heredados de aquella época. Claro que a esto se suma hoy la falta de proyección a la que el mercado somete a las distintas producciones culturales.

A. P.: La problemática de la ausencia de creadores es que a nosotros nos tiraron con munición muy gruesa. A esta tierra de América tenían que hacerla pedazos. Nosotros veníamos del tango con unos poetas tremendos y contábamos con un folklore de maravilla.

La armonía de la música y la armonía de la letra crean a una persona armónica y pensante, el oído es un músculo que necesita paulatinamente la aritmética que le da un equilibrio selectivo en las cuestiones de valor e incluso filosóficas.

I.: El oído es un órgano importante en el cuerpo humano y en el cuerpo de un país.

A. P.: Creo que de alguna manera se mató el auditorio. Si no hay auditorio el creador para quien va a trabajar, si lo que dice cae en saco roto. Entonces aprovechan los pícaros que hacen estupideces y eso se vende, se comercializa con facilidad.

P. V.:  ¿Desde dónde se puede pensar en resistir a la lógica del marcado globalizado, produciendo más allá de los estereotipos asignados?

A. P.: El hecho de que estemos acá conversando ya es en si mismo todo un acto de resistencia. Por supuesto que los pícaros nos llevan ventaja porque es mucho más fácil dedicarse a la estupidez que al pensamiento. Yo siempre les digo a los changos, que no hagan cosas apuntando para abajo, porque ayudan a la degradación. Eso le pasó a la música. La música que es la herramienta más hermosa que tiene el hombre, es también el instrumento más asesino, porque estupidiza, hoy se la usa para hacer del hombre un estúpido. El enemigo conoce perfectamente estas cuestiones, nada ocurre porque sí o por generación espontánea. Está todo absolutamente calculado. De eso se trata la famosa globalización.

Nosotros hicimos una chacarera que se llama "Pero la vida es ajena" que dice:

Se van yendo por las calles
nuestros fantasmas humanos
Y en el viaje sin destino
el destino ha terminado.
No somos nosotros mismos
Y sabemos que no somos,
Y el por qué de la alegría
Se ha quedado sin asombro.

Y cuando algo se decide
nuestra voz no participa
y en recuentos de tribuna
se hace fiesta la mentira.
La pasión perdió su hoguera
El amor no vale nada,
Sin que sepa nuestro cuerpo
Se nos fue la luz del alma.

Nos volvemos multitudes
Tras los ídolos de barro,
Y siendo mucho más libres
Somos mucho más esclavos.
No hay temores con la muerte
Y el asunto no es coraje,
Hay una muerte primero
Que es convertirse en nadie.

La cuestión es este mundo
Y la vida, tan apenas
Sólo tenemos la vida
Pero la vida es ajena.

Es nuestro alegato contra la globalización.

I.: Creo que en nuestra generación estuvo atravesada por una sensibilidad especial. Una especie de oído virtual que nos hacía cantar la las mismas cosas en América Latina.

P. V.:  Estaban también aquellos sabios que se nutrían de la sabiduría popular y la compartían generosamente.

I.: Era ser conciente que la vida de los otros también nos sucede a nosotros. Se trataba de comprender los pensamientos de los demás y avanzar, haciéndonos más inteligentes. Hoy esa formación se ha perdido, hasta tal punto en que, en nuestras sociedades, hemos perdido el saludo. Cuando vivíamos en Cachi, por ejemplo, la gente te saludaba sin conocerte.

P. V.:  ¿De alguna manera este comportamiento se vincula con el gradual distanciamiento del hombre con la tierra?

A. P.: Efectivamente. La relación del hombre con la tierra tiene una mecánica y una mística impresionante. La tecnología por la tecnología misma y el avance del cientificismo implican muchas veces perder el canto del pájaro, el sonido del agua, del árbol, del aire. Los pueblos originarios bien sabían de estas cosas, por eso hay que ser muy cuidadosos y respetuosos al hablar de esos hombres, hombre primario y fundamental.

I.: Nosotros, por suerte, aprendimos a ver y a escuchar en nuestras idas y venidas por los Valles Calchaquíes, y allí Ariel empieza su carrera. Ha tenido, sin embargo, mucha resistencia por aquellos años, no lo permitían en los círculos de los poetas consagrados, le decían "¿qué es eso del antigal?, ¿dónde está el antigal?, no existe eso del antigal".

Han tenido que pasar cuarenta años para que la obra de Ariel pueda ser valorada, y la que se conoce, la que se hizo famosa, no es la obra más profunda de Ariel, es solamente la que ha podido ser comprendida. Y aún mucho de nuestro folklore más difundido no se comprende ¿cuántos son capaces de explicar las letras de Castilla, de Legizamón o de Davalos, aun cuando las puedan cantar?

A. P.: Volviendo para finalizar al antigal, y a las pictografías de Guachipas, digo:

Hay un mensaje en las piedras
Que nadie puede entender,
Los que vendrán del futuro
Verán en los signos
Su rostro de ayer.

En el mural está escrito
El día en que yo nací,
Cuando me fui para siempre,
Y el día preciso
En que nunca me fui.

Los indios guachipas
No tenemos ascendencia divina
Pero tenemos el tiempo,
El tiempo guachipas
No tiene reloj
Será un regreso distinto
Que nunca nos fuimos
De la luz del sol.

P. V.:  Gracias a los dos por su generosidad.
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